La ciudad de Santa Fe tiene una historia que está llena de inundaciones. Las inundaciones del 2003 y las inundaciones del 2007 son las más conocidas del último período de su historia. Quizá las más dramáticas y masivas. Los santafesinos vivimos de una forma traumática las consecuencias de gobiernos corruptos, insensibles, que a la hora de elegir a qué sector de la sociedad beneficiar con cualquier tipo de medida estatal, miran para arriba, a los que más tienen, a los que se quieren seguir llenando de plata. A los de abajo, nada, hasta que su miseria se hace pública y las capas medias y altas de la sociedad nos enteramos que la pobreza existe, que mientras algunos viven con el confort del s. XXI, otros recién están llegando al s. XX. Entonces ahí sí parece hacerse necesario tomar medidas estatales hacia estos sectores olvidados. No por un anhelo de igualdad, de justicia, hasta de necesidad democrática. Sino como una forma de esconder la tierra bajo la alfombra, de esconder la pobreza que ellos mismos fabricaron y que aún siguen produciendo, como si realmente les gustara producirla. Entonces llegan los momentos de promesas muy generalmente incumplidas, o en el mejor de los casos de migajas. Migajas que les sirven a los miles de marginados sobrevivir unos días más, aún sin la dignidad que todo ser humano se merece, pero que atemperan la necesidad ir a la ruta, a los medios, o a cualquier lado para mostrar su situación. Situación que manifiesta injusticia, corrupción y desinterés.
En el 2010, en la Vuelta del Paraguayo se repite la historia tantas veces vividas por sus habitantes. Se vivió una vez más esa historia que miles de personas vivieron en aquellas inundaciones de 2003 y 2007. Este barrio se volvió a inundar, una vez más. Muchos tuvieron la esperanza que el nuevo signo de gobierno en la provincia y municipalidad iban a traer un cambio, aunque sea mínimo. Este cambio no se presentó.
Es que no importa el color que tengan estos gobernantes, no importa que el nombre de sus partidos tenga la palabra justicialismo, socialismo o radicalismo. Ellos son miembros de una clase política derechista que no piensan en el pueblo, sino en los mercados, en los empresarios, en los adinerados. Y así, llega el 2010 y con él muchas pequeñas inundaciones a lo largo de las zonas más pobres de la ciudad, y también una inundación de un barrio que hace más de cinco meses está bajo agua. Inundación que se repite por falta de obras públicas, de falta de iniciativa política que empiece a ver a las inundaciones de vuelta del Paraguayo como un problema a solucionar. La necesidad de solucionar los problemas aparece sólo cuando estas tierras comienzan a ser de interés de grandes empresarios de Santa Fe. Por eso, los planes urbanos en el territorio del barrio la vuelta del paraguayo no priorizan a los habitantes que hace más de tres generaciones que viven en él, sino al turismo y a actores privados. Es decir, los que viven en la Vuelta del Paraguayo no son los beneficiarios de las medidas políticas, sino son el problema. Por supuesto, si quieren hacer negocios con esas tierras, las personas empobrecidas por malos gobiernos deben irse. En conclusión, cualquier iniciativa acerca de la Vuelta del Paraguayo no es para solucionar los problemas de sus vecinos, sino para solucionar problemas del sector privado que busca seguir ganando dinero.
Es que causa indignación que mientras barrios habitados por las clases más bajas de Santa Fe se inundan por falta de obras públicas, a solo un puente y un par de metros más nos encontramos con la mayor iniciativa de la intendencia municipal (si, Barletta, sos sólo un intendente. Estás al frente de la Municipalidad de Santa Fe, no del gobierno de la ciudad): la Estación Belgrano, iniciativa que entre otras muchas cosas, muestra que el gobierno invierte dinero solo para beneficiar a los sectores altos, revalorando a partir de sus medidas las propiedades del barrio Candioti y Siete Jefes, y generando un negocio inmobiliario gigantesco. Mientras se gastaba dinero en “la Belgrano”, los inundados de la Vuelta del paraguayo no recibían ningún tipo de ayuda de parte de la municipalidad. Solo consiguieron algo tan básico como baños químicos y la cantidad de agua potable acorde con la cantidad personas que se tuvieron que trasladar a la vera de la ruta 168, luego de una conferencia de prensa de los vecinos más de dos meses después de comenzada la inundación, en la que denunciaban su situación.
Es que nunca vamos a solucionar los problemas más urgentes de nuestra ciudad y del país mientras los gobernantes actúen reproduciendo una forma de Estado que mira sólo hacia arriba. El problema de la pobreza y de la indigencia, que manifiestan la falta de igualdad de derechos entre los ciudadanos, no será nunca solucionado por las personas que lucran, tanto económica como políticamente, con ellas. Por ello, es necesaria la organización popular, para discutir y pensar nosotros mismos los problemas que tenemos que solucionar, y así exigir y construir una sociedad en que quepamos todos, y alcanzar ese anhelo de igualdad social para todos y para cada uno de los que habitamos este y otros suelos del mundo.
Leandro Piki Mullor. Proyecto Revuelta.
13 de Mayo del 2010
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